Me resulta difícil mantenerme dentro de los confines de la fotografía clásica. El artista que llevo dentro se me pone -al fotógrafo- como un guante y se encarga de «mejorar» lo que he hecho. A veces consigo mantenerme dentro de los estrechos límites de lo aceptable. Y otras veces, como en el caso de los girasoles favoritos de Van Gogh, quiero darme rienda suelta.
¿Y sabes en qué pasé más tiempo en el Museo Van Gogh? En su paleta. Es como si por los colores mezclados en la tabla de la paleta pudieras averiguar su secreto. Pero la receta del genio no se puede descifrar tan fácilmente. Sólo puedes intentar hacer «tuyas» sus imágenes. Por eso me encantan los tributos.